
Este domingo 28 de noviembre se inicia este tiempo especial de preparación para recibir al Niño Dios en esta Navidad 2021.
El Adviento nos invita a esperar, anhelar, tener esperanza y dar la bienvenida a la Luz del Mundo durante uno de los momentos más largos y oscuros de nuestro tiempo. Llamados a ser profetas y testigos de esperanza hemos lidiado
con esta interminable crisis global que se ha apoderado de nuestra vida y ha cambiado el ritmo y las actividades diarias de nuestra sociedad. Las medidas que nos han protegido nos han hecho al mismo tiempo desconectados e invisibles.
Nos han encerrado en lugares que han reorientado el equilibrio de nuestras relaciones con el mundo exterior, de unos con otros y con nosotros mismos. Los hogares se convirtieron en lugares virtuales de trabajo, escuela, culto,
comunidad y compromiso cívico, conexiones familiares y sociales… pero no para los que se encuentran del otro lado de la cultura digital.
Ha surgido así un nuevo grupo marginal necesitado de ayuda. Este año Maite Uribe, directora de la Institución Teresiana, nos invitaba a escuchar los gritos del mundo con corazón manso y humilde. Ha sido éste un tiempo de tremenda
pérdida de vida, de expansión de la pobreza, de tensiones en las relaciones interpersonales y familiares, de marginación cultural, migraciones masivas, nueva inseguridad en la salud e inestabilidad laboral.
La sociedad ha contemplado crecientes tensiones raciales, intolerancia de género y religiosa, aplastamiento de derechos y libertades humanas, junto con todo tipo de violencia. La carga de sufrimiento humano no se puede medir. Estamos
llamados a escuchar estos lamentos del mundo y “salir…deprisa” (Lc 1, 39) en un camino de encuentro, de descubrir los muchos rostros de Dios en los necesitados, y a compartir con ellos el pan de todo lo que somos y tenemos.
Estamos llamados a tomar partido por nuestro mundo, país e iglesia dolientes y a cantar la música de esperanza que está en el corazón de Dios. Cantamos: “No temas. Contigo estoy”.
Estamos llamados a ser unos para los otros la sal de actos gratuitos de bondad, la luz del testimonio evangelizador y la levadura de una generosidad contagiosa.
¡Maranatha, Ven Señor Jesús! ¡Ven! es el clamor en todas las oraciones al pasar de la oscuridad a una creciente luz. Mantengámonos despiertos y a la expectativa de la nueva venida del Dios-con nosotros, que va llegando.
María, “que guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lc 2, 51), nos mostrará cómo acoger nuestro aquí y ahora, siempre confiando en el Dios siempre fiel unidos en una sola voz, invocamos al DIOS de la Promesa, de la Transformación, del Encuentro; el Dios en medio de nosotros y el Hijo de María que viene a nosotros y a nuestro mundo. ¡MARANATHA! ¡Ven Señor, no tardes! ¡te necesitamos, en nuestra vida, familia, país, mundo!
Mensaje de adviento, Institución Teresiana.